Cáncer de Tiroides

Cáncer de Tiroides

23 de Sep, 2024
El cáncer de tiroides es un tipo de cáncer que se origina en la glándula tiroides, una pequeña estructura en el cuello que regula el metabolismo. A pesar de que suele tener un pronóstico favorable si se detecta en sus etapas iniciales, su creciente incidencia a nivel mundial nos recuerda la necesidad de estar alerta y actuar con prontitud.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el cáncer de tiroides representa aproximadamente el 2% de todos los cánceres diagnosticados, con tasas de incidencia en constante aumento en diversas regiones. Las causas exactas de este tipo de cáncer aún no se comprenden completamente, pero se cree que factores genéticos y ambientales pueden desempeñar un papel importante en su desarrollo.

Un llamado a la conciencia y la atención médica oportuna

El Instituto Nacional del Cáncer en Argentina informa que, en el país, se diagnostican alrededor de 4.000 nuevos casos de cáncer de tiroides cada año. Esto subraya la importancia de someterse a controles médicos regulares y estén atentos a los síntomas, que pueden incluir algunos de los siguientes aspectos:
Bultos o nódulos en el cuello: la presencia de un bulto en el cuello es uno de los signos más evidentes. Si notas una protuberancia inusual o hinchazón en la parte frontal del cuello, debes consultar a un médico.
Cambios en la voz: el cáncer de tiroides puede afectar las cuerdas vocales, lo que puede resultar en cambios en la voz, como ronquera persistente o dificultad para hablar.
Dificultad para tragar: los tumores tiroideos pueden hacer que tragar alimentos o líquidos sea incómodo o doloroso.
Problemas respiratorios: en casos avanzados, el cáncer de tiroides puede ejercer presión sobre las vías respiratorias, lo que puede causar dificultades para respirar.
Cambios en el patrón de la tos: si tenés una tos persistente que no se alivia con el tiempo y no está relacionada con una infección respiratoria, es importante buscar atención médica.

Tratamiento

Hay distintos tratamientos para los diferentes tipos de cáncer de tiroides, lo cual, le da una muy buena perspectiva de curación, alcanzando el 97%.

Tratamiento quirúrgico:
Una vez diagnosticado un carcinoma de tiroides o incluso en los casos en los que las pruebas diagnósticas no son concluyentes pero se decida descartar un posible tumor, el siguiente paso será siempre la intervención quirúrgica.
Es el primer paso y el principal. Hoy en día existe el convencimiento de que la primera cirugía condicionará de forma significativa la evolución posterior del paciente y, por tanto, la curación o la posible aparición de mayores complicaciones.
Es importante saber que, aunque estos tumores suelen avanzar muy lentamente, no realizar la operación o retrasarla en exceso supone un riesgo de progreso de la enfermedad y puede llevarte a requerir una intervención en una fase más avanzada, o incluso de urgencia, en peores condiciones del paciente y, por lo tanto, con mayor riesgo quirúrgico.

Terapia de supresión hormonal:
Todos estamos informados de la necesidad de seguir aportando hormonas tiroideas a nuestro organismo una vez que, extirpada la glándula tiroides, está no puede sintetizarlas de forma natural. Desde el principio sabemos que después de la tiroidectomía tendremos que tomar una pastilla de por vida. Sin embargo poca gente conoce que esa pastilla también cumple una función importante para prevenir recidivas.
Efectivamente cuando hablamos del tratamiento con hormona externa hacemos referencia a dos factores:
La necesidad de aportar de forma exógena hormonas tiroideas al organismo, tras la tiroidectomía total o parcial, a lo que nos referimos como TERAPIA DE SUSTITUCIÓN.
Y también la necesidad de prevenir el crecimiento de tejido tiroideo. Esto se consigue minimizando la TSH, para impedir que se estimulen y crezcan las células tiroideas que haya en el organismo, independientemente de que sean sanas o no, por lo que se la conoce como TERAPIA DE SUPRESION.

Tratamiento con yodo radioactivo:
Los dos tipos más comunes de carcinomas de tiroides, los papilares y los foliculares, surgen de las células foliculares de la tiroides que captan yodo de nuestro organismo y lo utilizan para producir tiroglobulina y hormonas tiroideas. Al tratarse de las únicas células de nuestro organismo que absorben yodo, el yodo radioactivo o radioyodo se convierte en un vehículo muy eficaz para la terapia metabólica.
Se administra mediante una cápsula y sólo destruye los tejidos tiroideos a los que se incorpora, sin dañar ningún otro órgano. El resto se va eliminando de forma natural durante los días siguientes. Las partículas de radiación beta , al que llamamos radioyodo o yodo radiactivo, tienen un alcance de 2mm y actúan durante largo tiempo de una forma constante.

Es esencial destacar que estos síntomas no siempre indican cáncer de tiroides, pero la consulta con un profesional de la salud es necesaria si experimentás alguno de ellos, especialmente si persisten durante varias semanas. La detección temprana puede marcar la diferencia en el pronóstico y el éxito del tratamiento.